“But Paris was a very old city and we were young and nothing was simple there, not even poverty, nor sudden money, nor the moonlight, nor right and wrong nor the breathing of someone who lay beside you in the moonlight.”

E. Hemingway.
"París era una fiesta"


Monday 28 November 2016

Enterrador, no lo llores

A raíz de la muerte del muerto he descubierto algo curioso: tengo casi treinta y ocho años y no me sé siquiera la mitad de las malas palabras que usan hoy los cubanos de ambas orillas como usaba mi abuela la oración a San Luis Beltrán, por todo y para todo. Para civilizarse no tendrán mucha maña pero inventiva para la vulgaridad les sobra, hay que reconocerlo.

Pero, además, veo que los cubanos de Miami, si bien saben gritar como energúmenos, no saben darle a una cazuela como Dios manda. Un amigo, músico y manzanillero, les ha dado allá en solar un consejito de buena fe que reproduzco: señores, cuando les pongan la cámara, recuerden que la clave cubana es pa. pa. pa. un papá. Que dan penita, concho.


Saturday 26 November 2016

Sins of the father

Se llamaba Zenaida, y sabiamos bien que nos espiaba.

Se llamaba  Zenaida, y le exigía a mi abuela las dalias blancas que cultivaba para nuestros propios muertos, porque el retrato del Ché en su sala las merecía más.

Se llamaba Zenaida, y nos paró a mi hermana y a mí en la calle para preguntar si éramos hijas del general Ochoa, mientras aquel juicio de espanto acontecía cada noche, sólo porque nuestro papá se le parecía físicamente.

Se llamaba Zenaida, y no encontramos un ramalazo de compasión cuando la vimos decaer, adelgazar, consumirse, convertirse en una epecie de fantasma, perdido todo rastro de descaro y sorna, y por último desaparecer, víctima de un cáncer de estómago que no conoció paliativos.

Se llamaba Zenaida, y tuvo una nuera dulce y pequeñita que es mi amiga para abrazar largo.

Se llamaba Zenaida, y tuvo una nieta oscura e inquieta para quien compro y llevo leves vestidos que la hacen feliz.

El odio no ha de dejarse en herencia. Nadie debe heredarlo, nunca. Los pecados del padre, sólo en voz de Tom Waits, si llueve.


Obituario feliz de sábado con luces

Fidel Castro ha muerto.

Este ha sido, para mí, el año de los despertares dolorosos, pero el amanecer de hoy de alguna manera me compensa; de ello pero sobre todo, y por mucho que sea de manera subjetiva y personalísima, de tanto amor perdido, de toda esta separación, esta distancia, este no pertenecer, este morir en cementerios ajenos que arrastramos tantos cubanos. Lo he esperado largo, y aquí está ya por fin.

Sí, me alegro de su muerte. Sí, voy a celebrarla. Soy incapaz de compadecerme de el último suspiro de un déspota que vivió noventa años para disfrutar de su obra: un país arruinado y un pueblo dividido. No creo que haya una vida después de la muerte y siento que precisamente ese es el consuelo para la impunidad; el olvido le espera, como nos espera a todos, y dentro de unos años este hombre, que tuvo bajo su pie a once millones de infelices, no será más que un par de piernas pétreas en las arenas del vasto desierto de la desmemoria: la historia lo absorberá.

No imagino mejor despedida que una guarachita, de esas que me hacen recordar que tengo caderas, y un buen trago de ron. ¡Llévatelo, viento de agua!







Friday 25 November 2016

Mientras soy canción

Ayer he sabido de un niño que, desde la muerte de su papá, se cree gato. Maúlla mientras monta en su patineta, se sienta en la baranda a ver la lluvia caer y, si lo molestan, bufa. me pregunto qué pensaría de él mi amado Juanito, a orillas del Po.

También he descubierto que lo de in vino veritas no es más que un eufemismo ladino de los romanos para denominar las meteduras de pata después de la segunda copa. El pánico cuando se cae en cuenta de la cagástrofe, en cambio, no parece tener latinajo alguno que lo recoja.

Necesito un azabache,
cascarilla,
el Tragasueños,
pastillitas de violeta
un labio sano
una nube, un mar y un maestro como los de Margarita
y ya.






Monday 21 November 2016

Vieja historia de lunes oscuro

Los Bonson eran tres: los padres, Chepín y Elena, y la hija, Elenita. Ellos eran el arquetipo por excelencia de los americanos de antes: altos, distinguidos, masones, rubios, con ojos muy azules; ella era boba, con una lengua inusualmente larga que adoraba sacar y una cara redonda y colorada de gorda malcriada hija de viejos.

Mis abuelos eran sus amigos y hermanos de logia. En el pequeño costurero de Elena, custodiada por numerosos santos que observaban desde sus nichos y bebiendo refrescos con olor a verbena, yo recortaba ropas de papel para muñecas de piernas muy largas y nombres de puta, mientras las señoras intercambiaban  chismes y los señores discutían en el porche.

Supimos que se iban como supimos que se iban tantas otras familias amigas por aquellos días insoportables, con una mezcla de alegría y turbación: nos estábamos quedando cada vez más solos. Chepín se lo contó a mi abuelo en el portal, con lagrimones fáciles corriendo por sus mejillas, y le contó también, aunque no hacía falta, la pesadilla de la burocracia, el hostigamiento abierto de las autoridades, la pena de los santos, que se quedaban en la casa de la cual no podrían sacar más que sus pertenencias más íntimas para el viaje. "Si nos quedamos aquí nos morimos de hambre, Lorenzo."-le dijo. "Tengo que pensar en esa niña". Y señaló con su barbilla prominente de irlandés a la hija, tan boba y tan veinteañera y tan amiga de la magia negra. Mi abuelo fue a despedirlos al aeropuerto y regresó sin ganas de cenar: los aviones se habían convertido en enemigos hacía mucho.

A los dos meses de la partida de los Bonson, un primo de Chepín telefoneó desde New Jersey a las autoridades locales para informarles que la herencia de su familia estaba enterrada en el patio de la casona,  justo debajo de la mata de resedad que Mafifa solía podar mientras Elenita lo miraba amorosa; él lo sabía de siempre, pero no había querido contárselo a Chepín por una vieja enemistad.

El tesoro, cientos de monedas de oro oculto en botijas de barro, fue desenterrado un miércoles de diciembre. Hombretones vestidos de verdeolivo cavaron durante horas, observados de cerca por una horda de vecinos curiosos, y metieron las botijas en sacos que cargaron en jeeps militares completamente cerrados. El agujero quedó allí, respirando por la herida, durante muchos años; la familia de negros que se mudó inmediatamente después no se preocupó jamás de cerrarlo, como tampoco de regar los galanes de noche del jardín, de limpiar los ventanales o de engrasar la verja de hierro; era la casa de los gusanos, dejarla caer de olvido y mugre era un deber revolucionario, supongo.

Los Bonson están muertos, como los santos en sus nichos de yeso. Hemingway lo dijo muy claro: "escribe una historia verdadera, sobre algo verdadero que conoces bien". Yo conocí bien esta historia: eran rubios y mansos, y tuvieron un primo cabrón. Es todo.

Wednesday 16 November 2016

Who loves you with her frozen love

He encontrado hoy, sin buscarla, esta canción de Cohen, que por un puñado de razones es una de esas que siempre llevo detrás de la oreja, como Billie sus gardenias, con imágenes de "La chica sobre el puente", que por un puñado de razones -es aquí que debería decir personales y redundar putamente porque conmigo todo es siempre personal, pegado al hueso; parece que no voy a aprender nunca el arte de las verónicas: me falta gracia, o canallada, o me sobra desgarro, o todo junto- es una de esas películas que llevo siempre prendidas al rabillo del ojo, como Billie las explicaciones que no quería.

Debe ser la luna.


Sunday 13 November 2016

Ruinas

Estoy cansada de no saber dónde morirme. Esa es la mayor tristeza del emigrado. ¿Qué tenemos nosotros que ver con los cementerios de los países donde vivimos?

¿No comprendéis? Nosotros somos aquellos que miraron sus pensamientos uno por uno durante treinta años. Durante treinta años suspiramos por nuestro paraíso perdido, un paraíso nuestro, único, especial. Un paraíso de casas rotas y techos desplomados. Un paraíso de calles desiertas, de muertos sin enterrar. Un paraíso de muros derruidos, de torres caídas y campos devastados...


Dejadnos las ruinas. Debemos comenzar desde las ruinas. Llegaremos.

María Teresa León, Memoria de la melancolía

Saturday 12 November 2016

And it’s winter forever

Did I ever leave you
Was I ever able
Are we still leaning
Across the old table


Was it ever settled
Was it ever over
And is it still raining
Back in November


Was it ever settled
Was it ever over
And is it still raining
Back in November


Did I ever love you
Does it really matter
Did I ever fight you
You don’t need to answer

 
 
 

Friday 11 November 2016

Not a way to say goodbye


 Give me back my broken night
my mirrored room, my secret life
it's lonely here,
there's no one left to torture
Give me absolute control
over every living soul
And lie beside me, baby,
that's an order!



¿Debería comenzar por contarme en los dedos una y otra vez los años desde que me sedujiste? ¿Las veces que hemos bailado hasta el final del amor en la cocina? ¿Las lluvias que han caído mientras cantabas en el otro cuarto? ¿Las noches en que me he inclinado para cubrirte con mi juventud? ¿El frío que me ha quitado el sobretodo azul? ¿Las conversaciones a través de la vieja mesa? ¿O cómo te recuerdo feliz, disfrutando aquel sol de verano que agradecían tus huesos y la vista de las muchachas que bailaban para ti?

No sé, Lenny. No sé. Escribir mientras se llora es un arte en el que me estoy haciendo experta pero hoy me dueles más allá de cualquier yema.

Sé que te vas disfrazado de río, con tu violín y tu cruz a cuestas. Sé que te esperan tu esposa gitana, las hermanas de la caridad, y Mariana. Sé que hoy los ángeles arañarán tu puerta, gimiendo que les dejes entrar.
Sé que nos encontraremos siempre, a una profundidad de mil besos.

Hineni, hineni: there he goes, my Lord.



Thursday 10 November 2016

De eso no se habla

—Se ha muerto Popov.
—Sí, lo he sabido. Pobre.
—¿Qué pasará, ahora, con los mimos?
—¿Cuáles mimos?
—Los que se quedaron sin dueño.
—¿Recuerdas aquella película con Mastroianni ?
—¿Y la enana?
—Sí.
—Si.
—Pues eso.



Wednesday 9 November 2016

Si esto es un hombre

Y yo, que no podría estar más indiferente ante las ranas y su nuevo rey, sigo leyendo, esta vez a Primo Levi, que cuenta el horror de la misma manera letal y suave en que Tom Waits me canta atrocidades y la nieve cae afuera.

Los que vivís seguros
En vuestras casas caldeadas
Los que os encontráis, al volver por la tarde,
La comida caliente y los rostros amigos:

Considerad si es un hombre
Quien trabaja en el fango
Quien no conoce la paz
Quien lucha por la mitad de un panecillo
Quien muere por un sí o por un no.
Considerad si es una mujer
Quien no tiene cabellos ni nombre
Ni fuerzas para recordarlo
Vacía la mirada y frío el regazo
Como una rana invernal.

Pensad que esto ha sucedido:
Os encomiendo estas palabras.
Grabadlas en vuestros corazones
Al estar en casa, al ir por la calle,
Al acostaros, al levantaros;
Repetídselas a vuestros hijos.

O que vuestra casa se derrumbe,
La enfermedad os imposibilite,
Vuestros descendientes os vuelvan el rostro.

Friday 4 November 2016

Profecía

Niebla, nieve, luna, noche que se aferra, pies helados, pelajes en contraste, un clic muy suave, pezones endurecidos, sirenas disparadas, esqueleto de espaldas, escalofrío, melena insistiendo en nublar los ojos, dedos enredados en telarañas y ah, ah, ay.
Un día cualquiera.


Thursday 3 November 2016

Even flowing

Todo cambia, todo decursa, pero hay sensaciones que permanecen casi invariables.

Llegar a casa cansada, meterse en el baño, prender velas e incienso, servir una copa de vino, echar sales verdes con olor a nostalgia en el agua y escuchar a Enya llenarlo todo mientras afuera cae una llovizna helada de otoño tardío es un milagro siempre, cada vez.


Tuesday 1 November 2016

Wet boots and rain

Una de mis piedras lunares escribe: "La nostalgia es decrepitud", y he pensado que al fin, buen Dios, al fin un diagnóstico que me tranquiliza, una explicación lógica a esta nostalgia enorme que arrastro de todo cuanto ha sido mío, desde un mar hasta un calcetín bordado.
Nadie sabe lo que me reconforta saber que cualquier día de mi vejez alguien dirá: "Pobre señora, ya está decrépita", y yo podré contestarle sin titubear: "Siempre lo estuve, hijo."